martes, 16 de septiembre de 2014

CAPITULO 2 VÍA PÚBLICA

La pequeña ciudad le dio bastante respiro. Acostumbrado a realizar entre tres y cuatro autopsias por día, pasó a realizar la misma cantidad pero al mes. Tenía mucho tiempo libre el cual dedicaba a revisar archivos viejos. Un día que estaba sin trabajo en la oficina, esperando que algún caso llegue. Se apareció un compañero de trabajo, el cual le insinuó que si estaba al pedo podría mirar algunos expedientes de causas que o bien cerraron por falta de pruebas o porque tenía algún tipo de irregularidad. Le dijo (mientras le guiñaba un ojo) que podría encontrar cosas muy interesantes en algunos casos y le señaló un archivero que estaba en un rincón.
Le pareció rara la indicación que le dio, pero como había llegado a tenerle aprecio al hombre, se puso a investigar. El compañero era un tipo recto, sincero y de pocas palabras. Pero lo poco que decía era justo y necesario. Se le vino a la mente una conversación que habían tenido un par de meses atrás en donde el tipo le contaba sobre un supuesto asesino serial, con el cual no podían dar. Veladamente y casi en un susurro le dijo que en realidad nadie se atrevía a meterse con ese expediente. A pesar de la presión por parte de familiares y de los medios, no había información y casi nada de investigación.
Se había acostumbrado que a muchos investigadores cuando daban con algo muy pesado, o se lo pasaban a otro y lo enterraban en algún archivero hasta que prescribiera la causa de investigación. Esto siempre le había molestado, él hacía su trabajo y los que realmente debían dar con los criminales no hacían lo que debían hacer.
Le pidió a su jefe que debido al tiempo de sobra que tenía le gustaría indagar sobre otras causas. El jefe le miró entrecerrando los ojos, casi con desconfianza. Durante unos segundos se notó que pensaba que decirle, pero al final accedió, dejándole bien en claro que no podía excederse  en su carácter de forense, nada de investigaciones paralelas. Que ese trabajo se lo deje a los que saben. Por dentro se reía, ya que sin la ayuda del forense no hay causa probable para incriminar y/o hasta condenar a un asesino.
Ya con las llaves en su poder, y un trapo para limpiar el archivero que evidentemente nadie había abierto en años, lo abrió y se puso a limpiar por dentro y por fuera, luego a cada archivo encarpetado. Una vez que terminó, limpió su escritorio de papeles y boludeces que tenía y puso el primer archivo que por orden cronológico le daba como la primera causa abierta.
En la tapa de color marrón decía…

”HOMICIDIO EN VÍA PÚBLICA”
CAUSA DE LA MUERTE: HEMORRAGIA MASIVA POR DEGUELLO A LA ALTURA DE CARÓTIDA.

CIUDAD: ESQUEL.

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